Como se apuntaba en algún sitio, las recesiones, además de hacer que surjan como setas esas tienditas que compran oro (en España brillan con fuerza), rescatan también la filosofía (y los negocios) de las reparaciones. Otro sector que también encuentra en estos tiempos ajustados buena dinámica es el de compra-venta de segunda mano.
Esa estampa consumida desde el cine, tan americana, de familias al pie de sus casas ofreciendo todo tipo de enseres y artefactos que ya no usan o necesitan, pasa ahora, en la era de la tecnología, a esa otra vasta avenida residencial/comercial que es Internet. El portal eBay podría ser el paradigma de este fenómeno, esa forma virtual de hacer mercadillo mundial con los trastos arrumbados –aunque eBay es más amplio que el simple mercado de 2ª mano, pues su dinámica principal se centra en las pujas o subastas en línea–.
Mucho más modesta que eBay, la aplicación española para móviles Mi Trastero, pretende servir de instrumento para dar salida a todas esas cosas que guardamos sin utilidad y que alguien, en algún sitio –tú mismo–, puede querer o necesitar. La combinación de la app con la geolocalización hace que puedas visualizar todas las ventas cercanas a tu ubicación. Disponible para iOS y Android, su interfaz es bastante sencilla: una vez descargada (la aplicación es gratuita) y creado un usuario, si lo que se quiere es comprar, introduciremos nuestra localización para ver los productos que se venden cerca de nuestra posición, y si nos interesa algo, se contacta con el vendedor a través de un mensaje púbico o privado, concretándose los términos de la venta (precio final, envío, algún tipo de garantía, etc.); si por el contrario lo que se desea es vender, basta con fotografiar el objeto en cuestión, cumplimentar un par de campos requeridos y ya estará la foto subida, a la espera de compradores.
Los autores de la aplicación ya contaban con un portal web relacionado con la segunda mano, www.tablondeanuncios.com, donde también podemos trasteary sacarnos unas monedas para seguir a flote, o encontrar una ganga que no esperábamos.