No sería difícil pensar que la comunicación con las máquinas se encuentra en su particular Edad de Oro. No solamente la interacción con ellas a través de sus interfaces nos ha llevado a las pantallas táctiles, o a lectores visuales capaces de registrar el movimiento y transformarlo en un comando o acción de la máquina, sino que modulamos éstas para que reconozcan y practiquen nuestra comunicación más humana, el lenguaje. Los bits hablando sobre la posibilidad de los números para serlo todo. La ciencia ficción siempre está hablando sobre el presente desde la perturbación del espacio.
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