Memes, Burbujas y Apps.

Shoot Bubble es un sencillo videojuego que consiste en alinear burbujas de colores para irlas eliminando, variación del ancestral Tetris y hermano gemelo del mítico Puzzle Bubble, indispensable en todas las salas recreativas  –ahora recuerdo que a éste, como a algunos otros, se los consideraba propios de chicas, monótonos, “mecánicos”, más cerebrales, aunque dudo que sean esas las palabras; y de algún modo, intuyo, la virtualidad que los chicos consumían normalmente ofrecía velocidad, sangre y deportes–. Esto no es más que una estimación subjetiva a vuela pluma, por lo que no es muy difícil que constituya una burda generalización. Sea como fuere, forma parte de mi percepción de un tiempo.

 

Google Play incluye en su oferta libros electrónicos.

Hace un par de días, un artículo sobre autoedición y libro electrónico comentaba que lo que mejor funciona en ese ámbito es eso que dan en llamar literatura de género, referido normalmente a la novela: negra, erótica, gótica, fantástica, de ciencia-ficción, etc; esa malquerida subespecie de parientes-satélite de los grandes relatos.

Brecha digital y basura tecnológica. El Internet de las Cosas.

Jano era ese dios romano que se representaba con dos caras (bifronte), una mirando hacia cada lado, al frente y a la espalda, metáfora de su capacidad para ver tanto el pasado como el futuro. Vinculado a la astronomía y la arquitectura, era conocido como “el dios de las puertas”, de los comienzos y los finales.
De ese dios (Ianus) deriva el nombre ianuarios, sustrato latino de nuestro mes de enero romance. Río de Janeiro es del mismo modo Río de Jano. A menudo pienso en esas palabras – de Jim Morrison creo–: en el mundo hay cosas; y entre esas cosas hay puertas. Pura transición.

El alma audiovisual. Vimeo.

En uno de sus escritos, John Barth, novelista norteamericano, hablaba de un crítico de arte que cifraba el nacimiento del posmodernismo (de cierta manifestación de este) justo en el momento en que el dibujo animado Mickey Mouse subía al estrado para estrecharle la mano al director de orquesta Leopold Stokowski. Era al inicio de la película Fantasía (1940). La Factoría Rovio, creadora de “Angry Birds”, el videojuego para móviles, abre en Finlandia un parque temático como otrora hiciera Walt Disney para sus criaturas. En los abedules de Tampere, rivera sur del lago Näsijärvi, niños o adultos enfadarán a los pájaros con piedras, cerrando un círculo.

Flame y los Juegos Olimpicos.

Un verso aleatorio irrumpe: “algo tranquiliza la historia en la luz dices mirando en picado la ciudad nocturna/ tiempo supongo/ evoluciones/ aún es pronto pero basta ver jugar al barsa observar los gatos/ revelar es esconder con elegancia”. Las hormigas, leo, nos enseñan a encontrar. “El rastro químico es más fuerte en el camino más corto”, dice Jessica Rivero, investigadora de la Universidad Carlos III de Madrid. A través del comportamiento de esos insectos para hallar comida, de su particular GPS de supervivencia, y una vez liofilizado en un algoritmo –el ritmo de algo–, los humanos lo aplicamos a la red de nodos que la tecnología informática desarrolla. Así optimizamos rutas de la seda contemporáneas.

La elocuencia de la imagen. Olapic.

Instagram hizo su agosto con esa tendencia procurando a la gente un taller de retoque fotográfico en cada dispositivo móvil. Dentro del filón borgiano que es la Red, tres españoles han desarrollado un programa informático que permite a las marcas (empresas) interactuar con sus clientes a través de las fotografías.

El polen de las ideas. Fibonacci fotovoltaico.

La veta de una idea nunca se sabe en qué piedra anda. Pudo haber sido viendo caer una fruta, despechado por el rechazo de una mujer o estudiando el crecimiento de las poblaciones de conejos. Newton; Zuckerberg; Fibonacci. El descubrimiento se suelda a la anécdota, la cultura reclama relatos. Este último, quizá el menos conocido, también llamado Leonardo de Pisa, fue un matemático italiano del siglo XIII que, además de la introducción de la numeración indo-arábiga en Europa, todavía vigente, expuso un sistema de sucesión numérica que quedaría más tarde fijado bajo el marbete “sucesión de Fibonacci”. Se trata de una secuencia bastante simple pero extremadamente funcional y recurrente en la naturaleza, la cual se basa en la lógica de que cada término es la suma de los dos anteriores: 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13, 21, 34, 55, etc.

Gráfico de Conocimiento y la autonomía tecnológica.

Hace pocas semanas, Google lanzaba en fase de pruebas por Estados Unidos un nuevo sistema de búsqueda inteligente denominado Gráfico de Conocimiento, un motor de rastreo que no ofrece sólo enlaces indexados, sino que combina estos listados con información directa respecto de la búsqueda, a través de la consulta y filtrado de diferentes fuentes como pueden ser Wikipedia o YouTube, entre otras. Aunque su tamiz no posee los mimbres y la precisión que puede tener Wolfram Alpha, resulta un claro movimiento hacia esa lógica computacional.

Jacque Fresco, Tecnocracia y Web semántica.

Un lunático hombre llamado Jacque Fresco, diseñador industrial e ingeniero social, cofundador de un futurista proyecto denominado Venus Proyect, aparece en un vídeo de Internet comentando cómo cada vez más las “mediciones de las cosas”, los trabajos y, en definitiva, las decisiones, son delegadas en las máquinas, que lo hacen a mayor velocidad y con más precisión que los humanos.

La inteligencia del mensajero. Wolfram Alpha

Según parece, el sistema PageRank, el entramado algorítmico con el que Google indexa jerárquicamente los enlaces, ese ranking de las páginas facilitadas, está inspirado en un sistema, el SCI, que se usaba para determinar los méritos científicos de los investigadores a través de su “impacto” (publicaciones y referencias bibliográficas). Esa mecánica del índice de citación es, grosso modo, y llevado a los enlaces del hipertexto, lo que hace Google para determinar la relevancia de los contenidos que muestra el navegador. El filón trascendente de la biblioteconomía y la documentación