Mysha Glenny parece parafrasear aquella letra de Búnbury cuando se refiere a la comunidad hacker, o a una parte de ella: no son mala hierba, solo hierba en mal lugar. Este periodista y escritor británico se refería hace unos días a la reinserción del hacker, a la necesidad de este sujeto, pues su golpe semeja una habilidad desarrollada para prevenir, como el sparring que le dice al boxeador: recibiendo se aprende a encajar y, de ese conocimiento, surge el movimiento definitivo, la elisión del golpe (que en este caso es una seguridad más sólida, o mejor controlada). Sin hackers no habría seguridad, declara y rotula el periódico en su entrevista. No deja de tener cierto sentido, pero resulta paradójico: sin ejércitos no habría paz.
…