Este año se celebra en España el Año de Turing-Año de la Informática, en el que se conmemora al matemático y multifacético Alan Turing, británico cuyos trabajos e investigaciones delineaban una tecnología computacional como que la que finalmente ha llegado, a pesar de que su imagen y memoria residan en un segundo plano. Parafraseando a Isaac Newton en aquella carta –que a su vez parafraseaba a Bernardo de Chartres–, Steve Jobs sería un enano a hombros de gigantes como este.
De algoritmos sabía algo este Alan. Recientemente, una noticia informaba sobre el desarrollo de un software capaz de trabajar como corrector de redacciones, una herramienta potencialmente socorrida para evaluaciones multitudinarias, por ejemplo esos exámenes de selectividad cuyas pruebas incluyen la elaboración de una redacción por parte de los alumnos, con lo que se abaratarían así los costes –¡moooney!– de personal necesario para la lectura/corrección de esos textos. El programa es resultado de un concurso promovido por la página web Kaggle, la cual suele organizar competiciones de modelos predictivos. Hace apenas unos meses se hablaba aquí mismo sobre un software que generaba redacciones “admisibles” de forma autónoma, y cuyos creadores especulaban con la idea de que en unos años el premio Pulitzer lo recibiría un programa informático. Ahora es posible que el propio jurado sea también un sistema computacional, una inteligencia artificial. La máquina se lo guisa, la máquina se lo come.
El sistema Captcha, ese mecanismo de bloqueo inteligente para filtrar respuestas automáticas, deriva de trabajos del homenajeado Alan Turing, como ilustra el desglose del acrónimo: Completely Automated Public Turing test to tell Computers and Humans Apart [Prueba de Turing pública y automática para diferenciar máquinas y humanos]. Las palabras que pedía aquel captcha para la descargar el vídeo fueron science fiction. Azar computacional. La película era Blade Runner.