Gente VIP (Vigilada Intensiva y Personalmente)

Si dejas de mirarme/ moriré (…) Para siempre: yo vigilo, tú vigilas / y lo que aquí está escrito nos vigila a los dos. // Dentro del pájaro, la jaula. 

Rubén Martín

poema Panóptikon (segunda toma)

 

 

La distopía de la sociedad vigilada no es nueva, al menos en su tesis, pero el correr del tiempo (tecnológico) pone en órbita nuevas formas sofisticadas y sutiles de censo y control. Conviene pararse en el breve pero interesante análisis que Mora realiza sobre algún aspecto, a tenor de series de televisión como Black Mirror, la creación de Charlie Brooker para Channel 4 y que en España puede seguirse en la cadena TNT. Una invitación a la rabia y la reflexión.

 

La cámara registra el nacimiento, papá tiembla y ese pulso inestable confiere humanidad a la proyección. La imagen movida que vemos en la pantalla provoca una empatía casi psicosomática. La impresión de realidad se cifra en la traslación de la inestabilidad del sujeto al visor. La consecución del miedo en películas como el Proyecto de Blair o Rec.

 

Pero incluso antes de que a uno lo vuelquen totalmente a “lo real” y le hagan abandonar el útero, cruzar a este lado del amoniótico como una laguna Estigia inversa,  ya ha sido observado desde la ecografía. Los primeros ojos que te ven no miran hacia el vientre donde estás, se escoran a la pantalla que te contiene. De alguna manera el sonido ya ha puesto una imagen de ti en circulación.

 

Tu primera visualización es virtual, y eso es importante. La tasa de esta visualización en embriones y fetos de partes importantes del mundo es sumamente baja, África por ejemplo, lo que incide en la alta mortalidad infantil. No es que una ecografía salve la vida, que pudiera ser, se trata del seguimiento tecnológico de la vida,  de la inversión en ver para asegurar, de visualizar para prevenir. Para curar. Para matar.

 

La colonoscopia, la entraña que se filma. Cariño, no deberías amarme, sé dónde estás exactamente; puedo rastrear el gps de tu móvil. Sonríe, nos ven desde Uzbekistán. Algunos quieren ser como nosotros.

 

[…] en buena medida todo se reduce a la fotofobia, a bajar las persianas cuando se folla en la habitación para no acabar colgado en Internet y que una noche solo en casa y excitado -parco el corazón como un monosílabo frente al ordenador buscando un plus de erotismo-, te encuentres subido a una de esas páginas de vídeos mal llamados amateur un viejo polvo que alguien grabó a escondidas, anónimo, como si un viejo proverbio abriera la golondrina del espejo es en los otros que se encuentra uno somos vulnerables porque nos parecemos y me temo que todo se reduce a la fotofobia a bajar las persianas cuando se folla en la habitación para no acabar colgado en Internet

[…]

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