Al leer aquella definición pensé en algunos trabajos de Borges: El concepto base es reunir ponencias breves, pero muy inspiradoras y revolucionarias. El que hablaba era Pablo Larguía, fundador de Red Innova, ese ágora tecnológica que a través de su particular tormenta de ideas trata de polinizar Internet. La anécdota que cuenta Steve Jobs en una entrevista de 1995 sobre una rudimentaria pulidora de piedras, el ruido de éstas en la lata, la melodía de la fricción: brainstorming.
En la misma entrevista, Jobs dice: “El diseño de un producto es mantener 5.000 conceptos en tu cerebro, y que todos se ajusten en una especie de continuación para que encajen en nuevos conceptos y logren de diferentes maneras conseguir lo que quieres”. Larguía, por su parte, apunta: “Todos tenemos ideas, pero eso constituye solo el 1% del trabajo. […] Hay que unir puntas de forma innovadora. Es como alinear planetas.”
Como estudiar derecho –como la música–, aprender un lenguaje de programación enseña a pensar de otra manera, interpreta Steve Jobs, muerto el pasado año, ya personaje de cómic, y del que Canal + emitió una entrevista recientemente. La entrevista fue realizada en 1995, cuando Steve Jobs dirigía NeXT después de haber sido despedido de Apple, a la que volvería 18 meses después. Un artículo, del que no está de más leer también los comentarios de los lectores, nos dice que en Reino Unido se plantean incluso reemplazar las viejas asignaturas de ofimática en la escuela por cursos de programación.
Bienaventurados los programadores y juristas [algunos músicos], porque de ellos será el reino de la información.