Hace ya un tiempo se daba noticia en un periódico sobre una empresa, Narrative Science, dedicada al desarrollo de software narrativo, o lo que es lo mismo, programas informáticos que generen discursos o textos. Así, un equipo de investigación de esa empresa había conseguido programar un software que, a partir del procesamiento (lectura) de un grupo de datos, era capaz de redactar artículos.
Aunque esto ya se venía ensayando, generalmente para producir contenidos web de resultados deportivos y similares, el nuevo código empleado permitía que las máquinas elaboraran textos con un nivel “bastante bueno” de redacción, según declaraba otro investigador externo al proyecto. El software emulaba con suficiente fidelidad el razonamiento humano. A este respecto, uno de los diseñadores insinuaba que dentro de un par de años un programa informático ganaría un Pulitzer, y que posiblemente llevaría incorporada su tecnología.
En alguna medida, la evolución técnica (y tecnológica) ha ido pasando de generar máquinas de apoyo, a producir máquinas de sustitución. Es decir, del artilugio que ayuda a realizar un trabajo o acción, aliviando esfuerzo generalmente, a un tipo de maquinaria que asume la realización completa de este. De la polea al montacargas, donde antes había uno o más hombres, cumple ahora su cometido la máquina. El progreso es descanso, parece la divisa. Alguien dice por ahí que deberían cotizar también nuestros seguros sociales. Qué idiota.
Sustituir mecánica o tecnológicamente actos y movimientos (físicos, podríamos decir), en gran medida autómatas, parece resultar más sencillo que operar esa sustitución en un plano más abstracto, como pueden ser los razonamientos. Sin embargo, la informática, y toda su red de arrastre tecnológico, a través de esa reducción binaria, ha conseguido ir desbrozando ese ámbito, produciendo inteligencias artificiales cada vez más sofisticadas. Tal vez un Pulitzer no, pero esa implementación tecnológica de Narrative Sciense ya sustituye a redactores, sobre todo de cara a generar contenidos que requieren actualizaciones constantes. A las condiciones leoninas a las que ya están expuestos colectivos como los redactores freelance, ahora debe sumársele esta tecnología. Tal vez si esta se orientara a cubrir principalmente aquellas tareas más anodinas y repetitivas de la redacción, pudiera ser una herramienta interesante de cara al tiempo ganado para la profundidad de lo por escribir.
Se dice que el agua es lo más difícil de producir virtualmente, su calidad líquida resulta muy compleja en su programación, las máquinas no asimilan su naturaleza fácilmente, de modo que al proyectar su simulacro en una pantalla es complicado conseguir un movimiento y una textura fieles. Todo parece cuestión de tiempo; y es, dicen, por la impresión de velocidad en la que vivimos. Acaso el día que el agua generada por ordenador sea exacta a sí misma, la profundidad discursiva emerja en estos también. La antropología abandonada del agua, premio Pulitzer 2017.
Más como máquina de apoyo que de sustitución, y en un plano más lúdico, aunque no menos creativo, el mejicano Eugenio Tisselli, profesor de Artes Digitales en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, ha construido una “herramienta para poetas bloqueados”. Un software [ Poesía Asistida por Computadora o PAC] que ayuda a sacudir el lenguaje para extrañarlo y encontrar la palabra precisa, el disparo de nieve. No se trata de que el texto lo genere la autonomía de la máquina, sino de que invitemos a esta a “inventar”, y de su ejercicio relacional obtengamos un posible camino, un juego de retroalimentación. La danza de la lluvia que saca del dique seco. Un experimento también para profanos, a modo de entretenimiento, aunque solo sea porque el surrealismo y el absurdo siempre nos imanta de algún modo, cadáver exquisito. Yo leí sobre esto aquí y aquí, en un cibercafé de esos hace un tiempo. Al irme, la maquina de tabaco dijo con las vueltas: en el sistema binario de la nostalgia 1 es soledad y 0 impotencia.