A la gente le suele tirar para atrás la poesía, aunque todos hicieron pinitos de poeta en las carpetas del instituto y los azulejos de los baños [no en vano un librito del insigne Quevedo titulaba Gracias y desgracias del ojo del culo]. Hoy se practica la cita célebre en Twitter, y se anegan los muros virtuales en frases redivivas sobre imágenes más o menos tendenciosas. De entre toda esa sabiduría deshuesada para dentaduras blandas que baila en bits, buena voluntad, rebaba y desarreglo emocional, se colige algo: cada cual merodea siempre algunos versos como letras de canciones que no se olvidan.
Así como cada fruto tiene su punto de sazón, cada ocasión tiene su poema. No es lo mismo una resaca en provincias mientras llueve que un desamor soleado a las 6 de la tarde en Atocha. O a lo mejor sí, qué sabe uno. Sea como fuere, la empresa Wake App ha desarrollado una curiosa aplicación, Poetika, que ensaya algo así como servir a la carta la poesía. Se trataría de la primera antología geolocalizada, en forma de aplicación para smartphones (iPhone de momento), que “genera listados de poemas en función de la hora, la fecha, el lugar, los establecimientos cercanos y las condiciones climatológicas y astronómicas en el momento de su uso”. [No deja de resultar deslumbrante eso de “según los establecimientos cercanos”].
De un fondo de 1500 textos, que se espera ampliar hasta los 3000 tras el verano, y en cuya selección y edición han participado reconocidos profesionales como el poeta y ensayista Jenaro Talens, la aplicación genera al azar un texto “vinculado” con el contexto del usuario. Además, existen otros “filtros” que tratan de afinar más la puntería del poema, permitiendo la selección de distintos temas y estados emocionales. A ello se añade la posibilidad de que cualquier usuario puede subir su propio texto y ver la recepción de este en la comunidad, donde cada uno puede hacer su lista de favoritos y compartirlos con otros.
Es difícil que “la masa” se vuelque en actividades que exigen algo más que dentaduras blandas, que demandan del lector algo más que superficie, pero bien puede servir la aplicación para que muchos individuos se reconozcan en la imaginación/inteligencia de algunos buenos textos, que ya después uno en casa, o donde fuere, seguirá el viaje o se bajará del taxi. Me recuerda [el espíritu de la aplicación] a aquel libro que se titulaba: Poesía para los que leen prosa. Dios bendiga a los taxistas.